El valiente enviado de nuestra Revista Sojalandia, después de haber tomado un fuerte "envión" en el bar que está a pocos pasos, saltó, noches pasadas, las rejas del viejo caserón donde habitan algunos fantasmas. Ya dado el primer paso, y frente a la antigua puerta de gastada madera, acercó la oreja para escuchar si en verdad estos espectros "ocupas" emiten los sonidos que algunos vecinos dicen haber escuchado...
Y escuchó...
Escuchó, de los varios los que ahí habitan, que se fueron instalando en ese lugar porque los caserones que ocupaban fueron demolidos y en su lugar hay modernas y, para ellos, incómodas construcciones. Oyó que se lamentaban de su condición de ursupadores, pero repetían que otra no les queda ya que a muchos de ellos irse, como sería habitual, al cementerio, les da miedo ya que éste está peor, y mas abandonado, que las viejas casas que habitaban.
Convencido está además, nuestro espía, que muchos de los llantos y lamentos que escuchó son de ciertos espectros que no hacen más que penar en su muerte por las metidas de pata hechas en su vida. Está el que pena por no haber sido más solidario con quién debía y sí lo fue con quien ahora ni una triste flor a la tumba le lleva; está la que llora al ver que su viudo se casó con una mujer que, además de ser jovencita, se está gastando todo lo que ella ahorró en cincuenta años de no tomar ni té para no gastar... Tambien arrastran cadenas en un eterno penar, los espíritus de quienes se fueron de éste mundo sin saber que existe algo, más allá de San Sojalandia. Y ni hablar de prolongado llanto que les oyó a las almas benditas de algunos hinchas de racing allí afincadas, almas de esos que en vida lo vieron campeón del mundo alguna vez.
Escuchó otras quejas lastimosas de otros fantasmas de la vieja casona nuestro enviado, así que cuando acabe de decodificarlas las vamos a publicar... asegura que muchas de ellas, los harán temblar...
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