SOJALANDIA



domingo, 16 de noviembre de 2008

relato erótico breve

"Entre notas y versos"

Hasta esos momentos de su vida había sido un sordo para la música, y el Poeta lo reconocía. No tenía porqué mentir, a pesar de sus amigos músicos. No sabía distinguir entre los acordes de una guitarra y de una gaita. Pero no rivalizaba con los que sí sabían la diferencia entre una síncopa y un sostenido. Los músicos más bien le parecían unos pavotes que no hacían casi nada bien salvo soplar un caño, golpear unos bronces, frotar con cierto tino unas cuerdas o rascar durante horas las seis cuerdas de una Fenders. Es más, hasta le producían algún escozor aquellos que, con solo escuchar tres notas, sabían si la melodía era de Santana o del Negro Moreno. Alguna vez uno de estos virtuosos se rió de él porque no supo decirle que la composición que estaba tocando con su guitarra era de una canción de Serrat. ¡Cómo si no tuviese nada mejor que hacer que saber identificar con solo escuchar las melodías, las canciones de todos los que cantan por ahí!. Lo suyo fueron siempre las letras.Lo dicho, siempre había sido de madera para los sonidos musicales a pesar que estuvo unido un par de años a una muchacha que tocaba el violonchelo en la sinfónica del pueblo. Pero eso no quiere decir nada. Ya ven. A ella no le gustaba mucho meterse en el mar lleno de poesías, novelas y cuentos en los que el poeta navegaba y a él le costaba mucho oír subterfugios musicales cuando estaba educado mejor para leer. Asimismo creo que eso fue esencial para que se enredaran en amores como lo fue para que al fin se separen. De todos modos lo que hubo en el medio fue bastante bueno. Tanto como puede ser una relación entre un escritor silencioso y una musicóloga estridente. Y digo que sus respectivos trabajos fueron los que nos unieron y luego los separaron porque así fue. Se conocieron un viernes de frío agosto cuando los presentaron unos amigos roqueros en común con los que el jóven escritor solía juntarse un par de horas a componer canciones de protesta. Ella llegó a ese rejunte con ánimo de incluir en él su instrumento, o de aprender a usar otro. Al toque se interesó por la forma en que el bardo componía, por saber como se inspiraba, y como manejaba la pluma. Se enganchó en unas clases literarias que en otro lugar estaba dictando. Y en unas semanas se atrevió a pedirle que dichas clases fuesen personalizadas y a domicilio. Él aceptó... bonita sonrisa, vivía sola y leía con idéntica efusión las poesías del libro "Entre Piedras" y a Bartok. Y acabaron enredados.Ya se habrán dado cuenta ustedes que su relación inmediatamente se basó en el sexo. Los sonidos que más tenían en común eran los que hacían mientras estaban revueltos en la cama. A eso hay que indicar lo provechoso que les fue que se conocieran siendo ambos muy jóvenes y sin experiencia. Eso los llevó a probar todos los aspectos de esa ciencia nunca bien explicada de la sexualidad. Traía ella como único conocimiento del sexo lo que le había dejado una noche de humo, manoseos hambrientos, besos con gusto a fernet y dedos intrusos, y vivía ansiosamente la existencia agridulce de un apetito no satisfecho. Eso era bueno porque el escritor estaba casi igual en esas cuestiones. Sus certezas llegaban hasta el momento en que cae la última ropa. Sabía de besos y de caricias profundas, sabía de besos de mujer allá donde lo llevan a uno hasta el cielo, sabía de senos amplios y laxos, pero no sabía que había más allá del descubrimiento de toda una piel fresca, firme y rosada. No sabía que había más allá del desnudo total y del recorrido total. No sabía que pasaría en toda una noche para aprender a recorrer y conocer. Ella tampoco sabía, eso los unió. Y fue bueno, aunque no fue para siempre.La mujer era virtuosa en la ejecución de varios instrumentos musicales pero como casi toda mujer de aquellos años tendía siempre al tema del casamiento, y los niños. El hombre era un silencioso y concienzudo elaborador de intrincados textos divertidos y filosóficos. Y como tal sabía que lo que ella pedía era para él compromiso y mucho ruido.No podrían combinarse en este caso una buena melodía con una mejor canción....
Bastante tiempo después de separados se supo que ella había aprendido a componer canciones dulces y melodiosas gracias a que conoció a uno de esos músicos que producen canciones comerciales, hacen el amor una vez por semana y a toda hora toca su guitarra. Y de él sabemos algunas cosas: lo que narramos en estos escritos, y que anda todavía por ahí atrapado en lánguidos amores y aburridos palabreríos.Seguro que ella extrañará de aquel jóven poeta su sordera y su pluma incansable y él de ella su ruidoso, amplio y bien aprendido repertorio.

del libro: "Más allá de cualquier cosa" Javier Tissera

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