Después de poner este año en funcionamiento la plataforma espacial que nos permite ir volando en dos horas hasta Japón, la vía navegable que permite a dos Barcazas ir y venir con cien toneladas de cualquier cosa desde la laguna Mar Chiquita hasta el río Paraná y el tren bala que transita a 500 kilómetros por hora sobre las vías de ferrocarril Belgrano, ahora nuestro presidente está pronto a comenzar las obras de perforación que permitirán extraer petróleo de nuestro subsuelo. 
Desde que se sondeó las entrañas de estas tierras y se tuvo la certeza de la gran cantidad de ese vital líquido el proyecto cobró cada vez más fuerza. En su anuncio, la presidencia informa que los costos de las obras serán aportados por los propietarios de los terrenos y la agrupación de éstos a la vez anuncian que los capitales a invertir saldrán de la continua explotación de la tierra de siembra y de la venta de la energía producida por las distintas centrales eólicas.
Al tener en marcha esta ambiciosa obra se llegará al fin a completar el círculo productivo tan ansiado por los propietarios de las tierras, ya que de ahí en más tanto el suelo, el subsuelo y el espacio les producirá monumentales ganancias.
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