Debido a la urgente necesidad de acabar, de una vez por todas, de reacondicionar la fuente de la plaza cívica, al intendente y su tribu, se les ocurrió un original modo de amortizar rápidamente el costo que dicha remodelación trae aparejado. Para eso, planean convertir a la inútil fuente en una Fuente de los Deseos.
A dicho espejo de agua se le otorgará, por parte del municipio, el poder, a cambio de una simple moneda de a peso, de otorgar el cumplimiento de un deseo.
Desde el momento mismo de haberse conocido la noticia es que están desesperados reservando turno muchos de los habitantes de San Sojalandia.
Están ya, con los primeros lugares adquiridos, muchísimos productores rurales que pedirán lluvias a granel y subas en los precios de la soja y los alquileres de propiedades.
Detrás de éstos están los hinchas de river, que piden a llanto pelado que su equipo gane alguna otra copa internacional.
Están también esperando para lograr el deseo de que el gas llegue a sus domicilios, todos los vecinos de todos los barrios periféricos de la ciudad.
Y los albañiles también estarán en la larga fila para pedir deseos, pedirán que los que hacen construir sus onerosas propiedades para la renta y para sus amantes, entiendan que los presupuestos de mano de obra tienen que aumentar tanto como aumentan los materiales necesarios para construir.
Estarán muchos políticos, sindicalistas y religiosos también esperando para pedir sus deseos de que la gente de la city continúe mirando tinelli y no se avive de sus chanchullos.
Y por ahí se lo verá a cierto redactor de cierta burda revista virtual de humor pidiendo que se le conceda un oscuro y lascivo deseo que mantiene con respecto a una morocha que trabaja en un lugar de comidas.
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